"Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la historia."

MI DIGNIDAD ES MÍA, MI INDIGNACIÓN TAMBIÉN

Hace muchos meses que este blog permanecía abandonado. Las razones son lo de menos. Pero esta primavera empieza a parecer urgente que Brazoleño se desperece.

Asistimos  a la imparable disputa de Tirios y Troyanos sobre quienes son peores, si los radicales violentos por la dignidad o los policías. El debate debería ser otro y la  reflexión de quienes pretendemos ser ciudadanos dignos en un país digno, con una democracia digna, es urgente.


Asistí con un punto de esperanza nostálgica al florecimiento de esa indignación que podría ser la mía. Aquel grito de  "¡Que no nos representan!" hasta podía sonarme refrescante. Pero aún antes de ello, Brazoleño ya fue siempre extremadamente crítico y veía  aquí demasiados motivos para la duda.

Hoy no hay dudas. Grito muy fuerte  "¡No me representan!" y se lo grito a ambos, porque no me representa el político chusquero que se permite usar mi voto para medrar y se olvida su origen y  su programa en el camino, pero tampoco me representan, ni a mí ni a mi dignidad, quienes acuden a una concentración como la del pasado 22M armados ya con barras y capuchas.. Ni tampoco, claro que no, me representan quienes incapaces de ver más allá de su ombligo, se revelan torpes para criticar desde el primer momento, y no a toro pasado, esas acciones.

Porque sí, parece ya bien claro a todos que ha habido manipulación informativa y muchas otras cosas,  pero ¿Eso nos sorprende? ¿No es lo que cabe esperar de esta casta corrompida a la que estamos denostando? ¿No lo sabíamos en la mañana del lunes o a última hora del domingo, cuando un buen montón de personas se dedicaron a mostrar su solidaridad con los detenidos? 


Señores, Brazoleño no espera nada bueno de los actuales gobernantes, pero le gustaría pensar que sí puede esperarlo de quienes, tomándole prestada su indignación de ciudadano, le reclaman para otra causa.


¿Por qué estas cosas siguen siendo posibles? ¿No urge ya bajar del globo y empezar la reflexión? ¿Por qué puede el poderoso infiltrar a sus secuaces entre nosotros y lograr que sea eso lo que cuente? Pues sencillamente porque hay demasiadas personas amontonadas a la sombra de un letrero, que no unidas. O quizá porque   hay dos ideas claras, una la de los ciudadanos dignos e indignados que, tristemente, somos bastantes menos de lo que le convendría a esta tierra nuestra, otra, también soterrada en esta amalgama de protestas, que está jugando al quítate tu para ponerme yo, que no se para en barras, que es capaz de casi todo para ese ponerse y que dejará una larga estela de desencanto y daño colateral, que como no despabilemos de una buena vez, volverá a usarnos como a los kleenex y que se frota las manos cada vez que un sencillo ciudadano coge un cartón, pinta en él su disgusto y sale a la calle con ellos, como si fueran la misma cosa.

Desde el momento mismo del tweet de C. Cue contando como se escuchaban de fondo a la Solfónica los primeros disparos, a Brazoleño se le ocurrió pensar que aquello sólo favorecía al gobierno y que sin duda iba orientado a esconder la verdadera noticia, los cientos de miles de personas pacíficas de la plaza. No por la labor impecable del periodista (me avergüenza también cómo se ha arremetido contra los mensajeros acrecentando así la expansión  del incivismo).
Pensó lo mismo cuando, acto seguido, empezaron las fotos, los tweets, las adhesiones de participantes en la concentración, que no se hacían a un lado de todo eso, sino que contribuían a llevar la atención sobre las nubes de humo. Nos la colaron y ahí seguimos. Así que reconozcamos que lo han conseguido, que las semanas de caminata bienintencionada, las horas de paz, los cánticos con  Verdi y Labordeta no tienen importancia, lo que cuenta son la violencia, las protestas policiales, las declaraciones de Botella y Cifuentes o ya puestos, la lesión de  Valdés  que ni pasaba por allí.

Aquí, tristemente, sólo hay un bando que ha terminado bien su trabajo y no es el que me gustaría que fuese, esto es lo que más duele. En estos días, los hechos han venido a recordarle a Brazoleño por qué a pesar de los cantos de sirena, nunca militó en un partido, pero tampoco en un no partido que no fuera su propio desencuentro. Y estos mismos hechos son los que le llevan a insistir. Como no pongamos pie a tierra, reflexionemos y reordenemos a tiempo todo esto quienes de verdad podamos creernoslo, volveremos a estar donde siempre, en un país de gentes desencantadas, cansadas de libertades sin haber llegado a conocerlas y dispuestas otra vez a tragar carros y carretas, en un país que prefiere ponerse a régimen y que mira mal y apunta con el dedo a los Brazoleños que le pueda recordar que con su dignidad no debería jugarse.