"Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la historia."

De alineación

Pensaba que uno de los escasos beneficios de tanto recorte era precisamente el recorte de los recortes... Asumo que el juego de palabras no es brillante. Solo quiero indicar que con la reducción de inversiones en asuntos públicos, parece que habían dejado de torturar  álamos, chopos o sóforas por los paseos urbanos. Los que el concejal de turno, asesorado por algún técnico municipal,  llama árboles de alineación.

Ninguno de mis profesores designaba así a los árboles de las calles que, sofocados en alcorques de mínima dimensión, se colocan alineados  de cinco en cinco metros y bla, bla, bla. Esas pobres criaturas que soportan meados de perros y cristianos, nidos de palomas-ahora con frecuencia de cotorras invasoras- carteles de venta de pisos o de clases particulares y también, a eso vamos, los golpes de inspiración del encargado municipal o las quejas de vecinos que compraron su vivienda en un segundo piso, ignorando que aquellos palitroques resistirían, echarían brotes y ramas hasta alcanzar sus vistas. Como no quiero perder el hilo, no profundizaré en el motivo por el cual muchos de estos mismos, colocan después toldos de lona decorados con ramas o le ponen cenefas de enredaderas a sus visillos para evitar el resol de mediodía...

La primera vez que escuché la famosa expresión, cargada de  un preocupante tono despectivo, fue bastante antes de que a la Thyssen le diera por encadenarse a uno cerca de su museo y, desde luego, no me sacaron en prensa, pero estaba yo reivindicando el derecho a seguir vivos de unos centenarios plátanos en el Paseo de la Florida. Mi interlocutor, tras aguantar durante un rato mis argumentos, soltó la frase: "Pero si sólo son árboles de alineación, por favor" y me dejó tan estupefacta que no quise seguir hablando, de hecho, no pude ni seguir conversación ninguna. Pagué mi refresco y me volví a casa rumiando la expresión. 

De alineación. No importa su adaptación a las rutinas de la jardinería utilitaria y la precariedad de trato, ni su valor ambiental, ni las iniciales talladas destrozando su corteza, ni su pelea contra las inclemencias del desamor vecinal, ni siquiera su edad. Están ahí y si estorban, se quitan. Ya alinearemos otros en cuanto se pueda.

Suele suceder que algunos ejemplares no se resignan a adaptarse y así, se inclinan peligrosamente a despecho del tutor, levantan las aceras o rebrotan por debajo de la cruz en formas no programadas. Algunos hasta tienen la ocurrencia de acoger algún hongo o alguna plaga de xilófagos.

Pero la ciudad no da tregua a tales licencias. Pronto llegarán los operarios correspondientes a recortar cuanto estorbe-que no suele ser lo mismo que recortar lo que sea necesario- Lo complicado, decía mi profesor de arboricultura, es que si se empieza a tocar, no se puede cortar aleatoriamente, ni detenerse sin más un buen año. Hay que hacer un proceso cuidadoso para no romper el equilibrio…

Y así, mientras trato de sanear una vieja herida en el sauce de mi patio -al que un propietario anterior tampoco debía tener en gran estima- recordando mis clases, ha nacido la idea: También nosotros somos ciudadanos de alineación. Nos colocan, nos sitúan para ornato, nos podan o talan a conveniencia y nos sustituyen por otros, como a los arces. Somos lo mismo en las cabezas de quienes administran todo esto. Si hace falta, se quita alguno, ya repondrán cuando salgan las cuentas.

Y suele suceder, sí, que alguno sortea el alcorque -por no decir que mea fuera del tiesto, que sonará mucho más feo aunque tiende a ser verídico- que alguno se resiste a los tutores y se empeña en rebrotar a contrapié. Pero rara vez tendrá éxito, suele haber operarios prontos al ajuste. No somos importantes en nuestra individualidad, en nuestros modos de adaptarnos o de ser singulares, a nosotros pueden recortarnos, transplantarnos o talarnos para colocar después a otros cuando queden bien, cuando la coyuntura lo haga oportuno. Ciudadanos de alineación.

Y al rato de todo esto, revisando noticias, me entero de que la rama de un árbol ha caído sobre un hombre en el parque de El Retiro y lo ha matado. Al hilo de la trágica noticia ya surgen quienes comentan  que debido a los recortes se habían recortado de seguir recortando. Seguramente no estudiaron con mi profesor de arboricultura. Pero no importa, ya lo sustituirán (Al árbol, claro ¿Qué pensabais?).



De reyes y esas cosas

Cuando Brazoleño empezó a pensar en ciertas cosas, cuando abandonando la niñez tomó conciencia de que existían modelos de mundo y que unos le complacían menos aún que otros, no entraba en sus esquemas lo del príncipe azul ni otras tradiciones cercanas.
Hoy sin embargo, para no perder su costumbre, se descubre dudando sobre sus propias anteriores dudas.

El rey Juan Carlos I anuncia su abdicación y millares de coterráneos se lanzan a las plazas a pedir referéndum. Brazoleño reecuerda entonces en la causa que tantas personas amadas han defendido hasta con su vida y su salud, los centenares de ocasiones en que ha sentido vergüenza ajena por las actuaciones de quien se suponía representante de nuestra tierra ante el mundo, las demás ocasiones...Y se encuentra a sí mismo incapaz de salir a esas mismas plazas a pedir a voz en cuello la tercera república.

No, Brazoleño no se ha vuelto monárquico de pronto, ni siquiera ha estado contento con su rey desde que tuvo uso de ese raciocinio ciudadano del que hablaba al comienzo, Brazoleño está cansado de ocurrencias, de improvisaciones y cierres en falso.
Brazoleño piensa que caben opciones reales para que esto se sustancie con mínimas posibilidades de estabilidad y que desde luego, un referéndum en vacío sobre el modelo de estado sería solo la guinda que le falta a la llamada #marcaespaña  para acabar de estrellarse.

Preguntar al pueblo, dicen ¿A qué pueblo y qué pregunta? ¿Al que tuitea a todo dedo mañana y tarde? ¿Al que reniega de que el tronista más veterano haya impedido la emisión de su programa favorito? ¿Al que bucea en las revistas del corazón buscando el último vestido de Letizia?... Entendamos que a todos juntos y revueltos, como manda la buena práctica democrática y pasemos a otra duda ¿Cuál es la pregunta? ¿Monarquía o República? Demasiado simple, señores. No es ese el problema. Nos sobra la casta, decimos ¿No será casta la que se presente a presidir la advenida república?¿No devendría en casta en todo caso? ¿Será menos onerosa la campechanía si  se accede a ella por votación? Mucho hay que hablar sobre ello, mucho que trabajar y, por una vez, a Brazoleño le gustaría pensar que podemos hacerlo.

Imaginemos que mañana el ya nombrado sexto de los Felipes, decide plantear una moción de confianza sobre su tan cacareada preparación. Si saliera que sí ¿Querría decir que nos gusta él, la monarquía en su conjunto, la posibilidad de que Letizia le acompañe en los desfiles? Si dijéramos que no, que no nos basta la palabra de su padre como aval ¿A qué estaríamos diciendo que sí? ¿A que personajes como González, Aznar, Zapatero u otros semejantes ejercieran de embajador supremo y con honores? ¿A darles ocasión de derrrochar aún más dinero de ese que dicen que no hay en campañas sumadas a las campañas para subirse a lo más alto del escalafón?¿A una componenda del tenor de la que usan para nombrar Defensor del pueblo al más tibio de sus prejubilados?...

Si el empleo debe estar garantizado por cuna y por primogenitura, esa sería una reforma laboral que a la señora Báñez le resultaría fácil pero nos toparíamos con el asunto del género y volveríamos a nuevos dimes y diretes (Por cierto que imaginando a esta señora como potencial presidenta de república se le pasan a uno muchas veleidades ideológicas). No, no me parece que este estado de cosas deba perpetuarse, no porque muchos de nosotros no hayamos tenido ocasión de votar al respecto-Los estadounidenses actuales no han votado la constitución que tantos ahora ponen como ejemplo- ni siquiera porque el modelo tenga tintes machistas que afean su esplendor, sino porque como todo lo que se cierra en falso y con prisas, está corrompido bajo el vendaje y conviene aplicarle los oportunos desinfectantes. Pero el uso indiscriminado de antibióticos, ya lo sabemos, tiene efectos paradójicos. Es oportuno el antibiograma que permita poner en la llaga el dedo más curativo y eso, queridos, no se hace a salto de mata ni a asalto de plaza mayor.

A Brazoleño, con todas sus dudas a la espalda, se le ocurre que acaso un Felipe presidiendo una nueva transición de camino a un proceso constitucional serio no sería descabellado. Cierto que es proverbial la costumbre de apegarse al cargo, la del más vale lo malo conocido y que cabe por ello el temor de que después no quisiera marcharse, pero hay los mismos riesgos en otras opciones. Brazoleño se plantea que hemos gastado muchos miles de euros en preparar sobradamente a un tipo que por ahora no ha hecho nada relevante. Sería un modo de sacar rentabilidad a esos dispendios el ocuparle en algo  mientras otros, que tampoco han hecho demasiado por nosotros, empiezan a trabajar para hacer de éste un  país definitivamente moderno, modelo de algo durable.

Felipe jefe de estado mientras se convocan  y celebran cortes constituyentes en que  tengan cabida no solo la cuestión de quien sale en el discurso navideño, sino todos esos aspectos que cogieron con alfileres-y dicen ellos que con pinzas en la nariz-los llamados padres de la constitución. Incluso podríamos tratar sobre todos estos que también cobran y que no se marchan al exilio cuando los echamos por ineptos, sino que ocupan nuevos cargos pasando a administrarnos de verdad las vidas desde la gran empresa

Llevamos de pretendida transición casi tantos años como tuvimos de franquismo, no parece mal pensar que el tránsito vaya acabando y que Felipe, como uno más de los transitadores, se gane su sustento haciendo algo y ¿Por qué no? preparándose, si es su deseo, su candidatura a presidente al demostrar, de una vez por todas, esa preparación que nunca sobra.