"Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la historia."

Olla indigesta

¿Qué es servicio al país? Se pregunta Brazoleño después de meses escuchando cómo “los llamados” iban dejando todo lleno de pellejos a base de ponerle piel a cuanto decían ¿Cuál es el bien común y a quienes acomuna? La respuesta es una amalgama de tópicos, insensateces, enunciados contradictorios entre sí que-para sorpresa de Brazoleño- son enumerados consecutivamente en la misma jornada, por el mismo sujeto, en cadenas de televisión diferentes (o incluso en la misma con intervalo de dos tandas de anuncios y un cambio de presentador). Por sobre ello, nadando como los ojos de grasa en un puchero mal equilibrado, uno o dos individuos medianamente coherentes, casi nunca con mando en plaza, apuntando un par de ideas interesantes que -teme Brazoleño- quedarán en eso, simples enunciados que alguien rescatará de la hemeroteca cuando no tenga nada mejor con que rellenar minutos de otro programa.

Lo tremendo no es que esto lleve sucediendo meses. Lo tremendo es que para que esto deje de suceder, la propuesta ofrecida es, sencillamente, que la estulticia, la incoherencia y el apaño se institucionalicen como línea a seguir en interés de la eficiencia y el “Sentido de Estado”. Como no damos pie con bola, vienen a decirnos, como cada uno tiramos para nuestro lado y los ciudadanos no vais mucho más allá, incapaces de discernir y sugerirnos una línea clara, amalgamemos en un Cuasi-totum revolutum las propuestas y tiremos para adelante que ya toca.
El quiz-estima Brazoleño- está  de una en el “Cuasi” que permita dejar fuera a lo que “no les gusta a Los Mercados” y de otra en  el “adelante” que nadie parece saber dónde está, ni respecto a qué se establece, pero que hay que acercárnoslo ya de todas todas.

Se enuncia como máximo daño el repetir la consulta y ya se escucha decir que los ciudadanos están hartos de que se les pregunte. ¡Hartos! Seamos un poco serios. Una democracia no debería sustentarse en el temor a ser preguntados, antes bien en todo lo contrario. Pero a esta razón, le añade Brazoleño sus matices. ¿Nos han preguntado realmente? y a continuación ¿Han escuchado la respuesta? item más ¿Han reflexionado sobre lo que ésta significa? Más parece que hayan tirado los dados sobre una mesa a ver qué salía y, como -pese a jugar con ellos marcados y desgastados- no acabaron de caer como pensaban, pues los lanzan de nuevo y así hasta acomodar los resultados a la previsión. Entre medias, no vamos a dejar que el súbdito –pues de ello nos tratan y no de iguales- pueda pensar que no nos inquieta su suerte. Es más, evitemos que el súbdito pueda pensar, no vayamos a liarla.

A Brazoleño se le ocurre, que una prueba palmaria de que esta Constitución y este sistema que se dieron quienes entonces tenían edad para ello, ya está cojeando, es precisamente que no tiene nada previsto para un caso como el actual, donde no saben definirse mayorías suficientes por las buenas y tampoco hay malas por las que sacarlas sin saltarse la ley. La legislación hispana se hizo cuando se hizo, como se hizo y para lo que se hizo y, cuarenta años después, todo aquello ni está como estaba ni sería presentable que lo estuviera, o sea, toca reforma, como se reforma la casa cuando los hijos crecen o cuando quieren marcharse ya a vivir por su cuenta. En parte porque cuando nos instalamos lo hicimos en precario, en parte por el desgaste que el uso ha venido produciendo. A nadie escandaliza que el cuarto de la niña con sus cortinitas rosas necesite una actualización, ni que el mayor ya no quepa en la litera.

Digamos que las cuentas aún podrían salir, es cierto. Si todo diera lo mismo, como les parece a algunas de las vacas sagradas de aquellos polvos, podrían salvarse aún los muebles en estos lodos.  Pero es que no da lo mismo, es que ser constructivo no equivale a ser sordo, ciego e inerte. Es que la sustancia-que no nos vuelvan a vender la moto- no es quién preside, sino lo que preside y para qué lo hace. La sustancia es justamente lo que lleva el caldo, el puchero grasiento que llevan malcocinando hace tiempo y que nadie parece dispuesto a espumar, porque viviendo en esa espuma tantos años, se han acomodado a ella y a nada más aspiran.

Y es que, no nos engañemos, no estamos sin gobierno, tenemos un gobierno que les da para seguir trampeando y sosteniendo lo sustancial, lo que ya hicieron, por eso Mariano puede ponerse de perfil y seguir andando deprisa sin moverse del sitio, por eso los tutores de Pdr le animan a sumarse al caldo de una vez por todas y dejarse de nueva cocina, por eso, dicen que no debemos ir a nuevas elecciones como si mentaran la bicha y alargan el impasse y nos hacen caer en la cuenta del ridículo estratosférico que sería tal cosa. Sin contarnos en cambio lo bien que les viene este asunto para seguir marcando dados por si se ofreciera volver a tirarlos en el tapete. No podemos ir a nuevas elecciones, no sea que de ésta gane alguien de verdad o los súbditos se nos agoten del todo y dejen de servirnos de escudo.

El pueblo nos ha dado un mandato, dicen, aparentando toda la seriedad y Brazoleño se pregunta cuál de los pueblos, el que votó a Pdr, los fans de Mariano, los cinco millones de UP o el dichoso millón perdido. ¿Cuáles de ellos no son pueblo o no pintan nada y merecen ser ignorados? Un país, señores son todos y cada uno de sus habitantes, en una pretendida democracia parlamentaria, se vota cuando hace falta y no pasa nada, pero también se asume que las posiciones son variopintas, que hasta los que votaron lo mismo pudieran hacerlo por razones diferentes y que el nuestro no es un sistema presidencialista, por lo que la sustancia del caldo es lo fundamental y no el quién pone la tapa al puchero. Porque a menudo, taparlo con prisas y de malos modos no permite que reduzca y sale uno de esos caldos arrebatados, sin homogeneizar, donde cada ingrediente mal nada en un agua turbia, dejando una digestión incómoda.
Por eso, piensa Brazoleño, unas terceras elecciones son una mala opción más, ni la única ni la pésima, dado que llevamos tiempo entre las malas opciones. Que a lo que están jugando,igual no es siquiera a los dados, sino a poder quitarnos las ganas de olla para otra buena temporada, a convencernos de lo aburridos que estamos ya de hacernos escuchar, como si alguna de todas estas veces hubieran escuchado algo más que el resonar de sus propias voces, que tan bonito les suenan cuando simulan dirigirse a nosotros.