"Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la historia."

Hartazgo y sombras

Abrir la prensa o revisar las redes de buena mañana no es costumbre saludable para quien quiere empezar bien la jornada, pero es tradición de las poquitas que Brazoleño ejerce y respeta hace tiempo. A menudo es tan grande el hastío o la desolación que no apetece ni comentar en blog. Otras veces, una tontuna, una pequeñez, permite arrancar dándole vueltas a algún asunto menor, o no tanto.

Imagino que éste de hoy, con la que cae, podría considerarse menor, aunque a Brazoleño, tan rumiante siempre, la rumia le lleve a ramificaciones menos ligeras...

Parece que la señora Cristina de Borbón se ha desahogado verbalmente en lugar no tan íntimo como para que sus palabras no fueran escuchadas por alguien dispuesto a convertirlas en noticia, mire usted. Parece que la buena mujer, cansada ya de trasiegos de Suiza a Mallorca, se permitió murmurar en un pasillo que le urge acabar con todo el lío de Noos para no volver a pisar tierra hispana.¡Escándalo! ¡Uy lo que ha dicho! y tal y tal. 

¿Cuántos de nosotros no deseamos que algo incómodo termine para no volver sobre ello? Es natural que a la hermana de Felipe, esa que ya no es familia real, esa mujer que durante años nos vendían como bella, preparada, más seria, más tal y más cual y más de todo, pues no esté cómoda con la actual situación. Es natural también-entiende Brazoleño- que, visto lo visto, no tenga empacho en manifestar lo que seguro lleva sintiendo hace mucho tiempo. ¿Es eso más indignante que todo lo demás que está sucediendo y sucedió en torno al caso Noos y sus vericuetos? Brazoleño estima que no. A Brazoleño no le extraña ni le preocupa esto tanto como el hecho de que esta señora tenga razón, que lo que ella y su marido han hecho, lo hacen cada día decenas de españoles y que  no con todos se intente hacer pedagogía (¿O era justicia?).

Lo de menos parece ser el que los hechos daten del mes de de junio y que la información (¿?)  haya descansado prudentemente hasta estos días, momento en que la sentencia sobre el caso está al caer aunque se demora un poco-según cuentan los que entienden por nosotros- porque no saben que hacer con el señor esposo de la exduquesa. Tampoco parece ser muy importante que no haya otra prueba de los dichos-por ahora, una nunca sabe si no nos irán saliendo por capítulos sucesivos- que la narración de "fuentes cercanas" a un periodista de los que manejan estos conocimientos a diario, o sea:le dijeron que dijo y él ahora dice o escribe lo que decían que dijo. Pero insisto, es lo de menos, la guapa, preparada y pimpante exduquesa ya no es guapa, ni buena, ni preparada, ni duquesa, se lleva mal con su cuñada la reina y encima no es capaz de sufrir en silencio-como si de hemorroides se tratara- el desapego de los que fueron su claque. Como no le aplauden que chanchulleara -presuntamente- a lo grande  y no lo entiende, se explaya ante sus íntimos y alguno de éstos, menos íntimo de lo imaginado, va y se lo relata al periodista oportuno que, como no viniendo al caso, lo cuenta hoy, día en que conviene mucho exaltar tanto el sentimiento patriótico como el rechazo por los descastados exduques. Que quede claro que son muy malos ambos dos, él por empalmado y ella por enamorarse del empalmado y desear marcharse ya donde no la incordien tanto quienes le hacían la ola por su elegancia, belleza, saber estar, preparación y todo lo demás.

A Brazoleño, desde el comienzo, le olió a tostado el asunto Noos, no porque dude de que la señora Borbón y su consorte hayan podido hacer mangas y capirotes que a muchos de españolitos de a pie les están vedados. Incluso puede creer que a los instructores del caso muchas otras se les pueden haber pasado por alto o que algunas prescribirán antes de que nos demos cuenta.
Brazoleño ha visto como algunos imputados de alrededor se van casi de rositas y conservan cuasi intacto su patrimonio y su estar. Ha visto también cómo florecen y se reactivan las informaciones interesadas en torno a este asunto cuando, casualmente, cabe temer que otros asuntos salpiquen a quienes están hoy en el mover de los hilos...Seguro que son coincidencias, pero parece como si alguien en las cloacas dijese a quienes pueden "Apáñame esto un poco que  van a empezr a pedir sangre" y entonces quienes pueden van, nos comentan unas cosillas de éstas, para que vilipendiemos a la casta y nos desahoguemos mientras las cosas del comer, las auténticas viandas,  siguen intactas para quienes importan y quienes pueden.
Que sí, que de acuerdo, que la igualdad de todos ante la ley se nos demuestra dándole una buena colleja donde más le duele a algunos de los no tan iguales y que  nada que objetar a que se castiguen los delitos probados ¿Cómo podría verlo de otro modo? No es que a Brazoleño le parezca mal una condena justa, sino que le desazona que alrededor de ello parezca haber tantas otras cosas.

A la señora Borbón, a estas alturas, no cabe pedirle el sentido patriótico que tiene mi vecino del tercero, ni cabe otra cosa que entender que en su condición de humana que ve el mundo de otra manera, que siempre lo vió así y que, en realidad lo ve como muchos otros que se lo callan para salvarse de la quema, esté loca por terminar cuanto antes para pasar a otra cosa.  Así que a Brazoleño le preocupa tanto aspaviento y le hace temer que a lo mejor, mientras nos rasgamos las vestiduras con las cosas de la exduquesa, nos están escamoteando otra vez muchos debates y saneamientos esenciales. Castigar a Cristina, oponer su lenguaraz conducta y el chabacano escribir de su esposo al sentido de estado y de patria de su preparado hermano- el de ella- de su cuñada la reina e hijas, de su no menos impecable madre y de todos los gestores de este nuestro país, que en tan duros momentos mantienen el tipo frente a todo,  es la manera de seguir aparcando la Constitución,  rescatando autopistas, vendiendo a fondos buitre, malbaratando la memoria y el sufrir de muchos ciudadanos...En resumen, miren a la chica del biquini de lentejuelas mientras el mago escamotea el truco a sus ojos y hace desaparecer de nuevo la carta marcada.

Pues sí,  a Brazoleño también le va corriendo prisa que terminen de una vez con esto, que dicten sentencia y se dejen de artificios. Lo de no volver a pisar el país se llega a venir a la cabeza cuando comprueba lo que están haciendo con él quienes se supone que lo gestionan.