"Menos mal que existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la historia."

Perpetuidad limitada

Llevaba semanas la cantinela en las noticias y Brazoleño estuvo confiando en que fueran solo nubes de esas que distraen la atención de otros asuntos. Llegó a imaginar que ahora que ETA dejaba sin dejar las armas, el gobierno por su lado haría su parte dejando el tema penitenciario como estaba, pero, claro, Brazoleño es ignorante y desconoce el conjunto de parámetros que propician que blablabla, bla y más bla.

Osea, dicho en castizo, que ni de coña. Que si bien es cierto que algún terrorista ha podido morir en su cama mientras se echaba la culpa a los jueces y un poco solo al gobierno de turno, es decir, mientras se cumplía con esa tan cacareada Constitución intocable, otros descerebrados -Brazoleño teme a veces que no sean descerebrados precisamente, sino que su cerebro, perfectamente engrasado, no se proponga valores que Brazoleño sí tiene muy asumidos- anduvieron cometiendo tropelías que permitieran justificar estos despropósitos.

Así que nuestro llamado gobierno y otros temibles padres de su patria,por no llamarlos hijos de su madre,  se reúnen en sesudos conciliábulos para llegar a la cuadratura del círculo penitenciario, la que ellos han llamado Prisión permanente revisable.

Escapan a Brazoleño las razones de estado que propician semejante artificio. Con todas sus precauciones y dudas respecto al actual Código Penal y a la no menos dudable Constitución del 78, no son éstos los detalles que se le antoja urgente modificar, menos aún cuando a lo que considera inutilidad palmaria, deben unirse declaraciones como que sería derogado en caso de un cambio de gobierno por parte de uno de los firmantes. La excusa, mostrar unidad frente al terrorismo. Brazoleño tiene difícil contener la risa, porque hace tiempo que consiguieron abortar toda carcajada. Entre el Gobierno y el principal partido de la llamada oposición han bloqueado iniciativas indudablemente más prioritarias para la vida digna de los ciudadanos a quienes dicen administrar y representar. ¿Unidad frente al terrorismo? ¿Pero es que estos señores imaginan que los terroristas no leen los periódicos para saber sobradamente qué gaitas de unidad practican no ya en España, sino por doquier los respectivos gobiernos y oposiciones?

¿No es erróneo suponer que quienes están dispuestos a inmolarse por una pretendida creencia va a disuadirlos la posibilidad de una estancia vitalicia en la cárcel? ¿No cabe pensar que allá podrán además hallar prosélitos tan cargados de odio como ellos mismos si es el caso? ¿No es cierto además que no son quienes mueren en estas acciones los auténticos inspiradores de semejante doctrina?

No hay error, es que sencillamente, a Gobierno y la pseudoposición se la traen muy al fresco la tal unidad o más bien, que la auténtica unidad es otra, que ni se retrata en las portadas ni en el propio código ni en esta y otras setenta constituciones que puedan redactarse y enmendarse en los años venideros. Estos señores están procurando mediante un artificio legal más -uno de tantos,-colarnos su auténtico modo de ser y sentir, su nada democrático, ni integrador, ni solidario, ni progresivo concepto de Estado en el que la venganza sustituye a la Justicia,en el que  no cabe perdón, ni redención y en el que los únicos errores (si podemos llamarlos así) que nunca pagan ni pagarán son los del poderoso.

El terrorismo yihadista es un totalitarismo que sirve de atroz coartada a otro totalitarismo para imponer su su propia venganza y sus propios estándares,que no son sino los mismos. Quítenle ustedes el burka , las chilabas o el pasamontañas y pónganle una corbata y una botella de Cocacola en las manos y asómbrense del parecido, sustituyan la utilización del velo por el uso y abuso de bikinis y ligueros y entenderán que la condición femenina sigue de mercadeo, percátense de que quienes han propiciado un comercio de armas, quienes se anduvieron con miramientos cuando lo que ahora llaman Estado Islámico eran solo una pandilla de asesinos contra el gobierno sirio -esa dictadura siria mal disimulada que está masacrando desde hace muchos meses a la población civil-. No son ustedes, no soy yo, ni es Brazoleño quienes estamos pagando bajo cuerda el petróleo con que se financian esos terroristas...No, pero mientras ellos gestionan esos y otros pingües negocios, ustedes, Brazoleño o yo nos despistamos odiando a civiles que -nos dicen- acaparan servicios sociales y puestos de trabajo o plazas en las guarderías. Esos señores -no los que malviven como usted, como Brazoleño o como yo al desamparo de no se sabe qué leyes- tienen perfectamente claro a qué van a conducir estos cambios de norma que, pretenden convencernos, hemos pedido a voz en cuello y ellos han dictado para nuestro futuro bien.

La triste realidad es que las leyes más restrictivas nunca han disuadido al delincuente, pero si han permitido al poderoso atar más corto al librepensante, para que no comparta su librepensar con otro, para que le sea difícil o imposible dudar en grupo y manifestar sus dudas, para que otros teman acercarse a su duda y su librepensamiento. Hecha la ley, hecha la trampa, decían ya los abuelos de los abuelos de Brazoleño. Puesta en vigor la ley ¿Quién no está bajo la tesitura de poder ser considerado terrorista? ¿Quién osará pedir al guapetón del jefe opositor que desaplique la norma? (Por cierto que teniendo en cuenta la deriva de este buen señor y de la inmensa mayoría de sus acólitos, resulta más que dudoso que llegue algún día a alcanzar poder para desandar lo ahora caminado, pero esa es otra cuestión para otra entrada, Brazoleño mediante).

La triste realidad es que desaparecido por su propio peso el telón de acero, amortizadas las radicalidades en tierra propia era imprescindible un enemigo nuevo, un coco con el que desvelar a los ciudadanitos y esta manga de herejes venía como anillo al dedo -a su dedo-para sacar de contexto cuanto fuera menester y dar otra vuelta de tuerca al tornillo sin fin. Brazoleño recuerda las palabras del abuelo pastor cuando decía "Hija, hija. Cuánto te queda por entender. Tú no sabes que nunca desaparecerá el crimen ni las guerras porque entonces perdería sentido que ellos estén ahí y eso no pueden permitírselo" y cuando Brazoleño respondía con dudas, el abuelo apostillaba, "Fíjate, hija, siempre morimos los mismos, pase lo que pase, los muertos somos siempre los que nunca estarán ahí arriba, no importa ni quien gobierne ni quien encierre o nos mate". Pero entonces, abuelo ¿No nos queda nada? ¡Pues claro hija! La satisfacción de ponérselo difícil, la de hacerles saber que los hemos descubierto, para que vivan con el mismo miedo que nos han hecho pasar a nosotros. De eso va todo esto.

A ratos Brazoleño se aflije pensando que el abuelo tenía demasiada razón, otras no sabe qué pensar y se agarra a esa duda para seguir en marcha. Solo hay una cosa permanente, mal que les pese a estos legisladores, la manía que tienen algunos Brazoleños de dudar por su cuenta.